lunes, 6 de diciembre de 2010

2.3. DERECHOS HUMANOS


Zagal, H.; Galindo, J. ()
Ética para adolescentes Posmodernos
Publicaciones Cruz O. S. A. pp.195-202


Los Derechos Humanos
El cadenero del antro
A todos les ha pasado o lo han visto: un grupo de amigos se junta para ir a un “antro”. La noche comienza bien. Todo mundo está aquí. Pero después de un rato las cosas cambian: el grupo de amigos es detenido un largo rato en las puertas del bar mientras observa cómo otros chavos entran sin mayor problema. Cuando preguntan les dicen que aquellas personas ya tenían reservación. Es normal, piensan. Esperan un poco más. Hileras de niñas guapas entran al lugar y saludan al cadenero de beso. Les entregan unos “brazaletes de descuento”. El grupo de amigos trata de llegar a un acuerdo con el individuo que decide quién entra y a qué hora, pero éste insiste en que esperen un poco más. Así que el grupo se arma de paciencia. Horas más. Siglos más. Comienzan a desesperar. Pronto son e los últimos en la fila. A la entrada del antro un cartel anuncia: “En este lugar no se discrimina la entrada a nadie…”.
Pero bueno, siempre hay maneras.


Eventualmente entran, claro. ¿Por qué esperaron todo ese tiempo? Porque sí. Porque querían entrar. Bien. Nada grave en eso. Pero cuando están pagando el cover algo más ocurre: a las niñas guapas se les da un boleto de descuento; a los niños feos, no.

Pero ese es el sistema. Siempre ha sido así. No pasa nada, ¿verdad? Incluso hacemos bromas al respecto: “¡Qué asco ir a un cubil felino! ¡Guá-ca-la, este lugar está lleno de gatos!” hasta hace poco, los antros se podían ufanar de ser exclusivos y de reservarse el “derecho de admisión” (el famoso N.R.D.A.), que no eran sino eufemismos, es decir, disfraces para discriminar por cuestiones raciales. Sólo la “gente bonita” entraba. Hoy la cosa ya no es tan abierta, pero sigue siendo igual; en lugar de impedir la entrada “solo porque si”, se cobran covers estratosféricos, según la combinación de los factores marca de ropa/color de piel.


¿Cuál es el problema de fondo? ¿Es injusto? ¿Los cadeneros son unos frustrados? ¿La industria de la vida nocturna es perversa? Quizá todo eso junto, pero, además, hay una explicación para estos malos tratos: el desprecio a los derechos humanos.


Escuchamos hablar tanto de los derechos humanos que nos interesan poco, los damos por sentados. Nos referimos a ellos sin pensar siquiera en la posibilidad de no tenerlo. Los derechos humanos nos recuerdan a la salud: no la extrañamos sino hasta que la hemos perdido. Hay noviazgos que no se aprecian hasta que se pierden. Así es esto. Como tantas cosas buenas, los derechos humanos brillan sólo en su ausencia.

¿Qué son los derechos humanos?
Hay que recordar esto: los derechos humanos son universales. Suena muy bonito, si, pero exactamente, ¿Qué significa? Que aún antes de que fueran reconocidos por naciones y organizaciones internacionales, la persona ya los tenia. Con el solo hecho de poseer la naturaleza humana, la persona puede disfrutar de estos derechos. Por eso son inalienables. Por el mero hecho de pertenecer a la especie humana, gozamos de ellos. No los da ningún documento, ningún gobierno, ninguna autoridad. El Estado los reconoce y los garantiza, pero no los otorga, pues no nos otorga nuestra naturaleza.


No se tiene que ir a ningún lado para “inscribirse al club”. Nadie puede renunciar a ser persona, nadie puede ceder ni comprar sus derechos humanos, seria como intentar dejar de respirar. Hay derechos con los que sí se puede comerciar, por ejemplo, podemos vender nuestra ropa, nuestros libros. No podemos, en cambio, vender nuestra vida ni comprar la de los demás. Los derechos humanos no son accesorios.


Gozamos de ellos sin importar nuestra nacionalidad o nuestra edad, o el sexo o la raza. Nuestras creencias religiosas o afiliaciones políticas no deben ser un impedimento para exigir estos derechos ni, por otro lado, una excusa para libarse de las obligaciones de los mismos. Incluso nuestros delitos no nos arrebatan nuestros derechos fundamentales.

En México, algunos secuestradores torturan a sus victimas. Terrible. Para presionar a los familiares a pagar el rescate, esos infames cortan los dedos o las orejas a sus rehenes. Bueno, pues incluso esos tipos, esos delincuentes que no respetan los derechos de los demás, incluso ellos tienen derecho a un juicio justo. Esos asesinos tienen derecho a ser juzgados porque, a pesar de sus acciones, pertenecen a la especie humana. Cuando la Segunda Guerra Mundial terminó, las potencias aliadas apresaron a muchos jerarcas nazis. Estos hombres, eran responsables de la muerte de millones de inocentes, mujeres, niños y ancianos. A pesar de sus atrocidades, merecieron un juicio justo por el simple hecho de ser humanos. Muchos de ellos fueron ejecutados, pero no se les asesino; se les reconocieron los derechos que habían negado a otros.


A veces, el enojo ante las muertes y violaciones, nos puede tentar a negar a los criminales los derechos humanos. A las victimas de los delitos, les gustaría que sus torturadores fuesen quemados, apedreados, linchados sin juicio previo. Esta furia se entiende. ¿Cómo te gustaría que trataran a los violadores de tu hermana? Pues los derechos humanos son tan serios que también los criminales deben ser tratados como personas. Se les debe castigar, pero siempre respetando la dignidad que, a pesar de sus brutalidades, continúan teniendo. Qué duro ¿Verdad?
Cuidado.


Los derechos humanos no son un recurso para defender delincuentes. A veces, la gente lo puede pensar así. No, no es así. De hecho, lo que nos repugna cuando vemos que un crimen queda impune es, precisamente, que los derechos humanos no se respetan. Cuando una banda secuestra a un padre de familia, se esta atentando gravemente contra un derecho fundamental. La victima tiene derecho a la libertad, nadie puede privarlo injustamente de ella… aunque sea enojón y desordenado, aunque sea irresponsable y orgulloso. Nadie tiene derecho a mutilarte porque tienes defectos. Tienes derecho a tu integridad corporal porque eres ser humano, no porque eres un buen ser humano.


Los animales y las plantas carecen de estos derechos, lo cual no significa que podamos tratarlos con crueldad gratuita, simplemente significa que no participan de la naturaleza humana. Las estufas y las tostadoras no poseen derechos básicos, como la libertad, porque su condición es distinta a la nuestra, son cosas, no personas. Los derechos humanos no fueron creados por lo estados.

Cuando se añade un derecho humano a las constituciones sólo se hace más explicito, con esto se busca la manera de proteger mejor algo que ya estaba ahí. Hay que insistir en esto; no hace falta ser parte de una determinada comunidad para disfrutar de los derechos humanos, basta pertenecer a la especie humana. Para ser diputado en México, hace falta ser ciudadano, ser mayor de edad, no estar en la cárcel. El derecho a ser diputado no es un derecho humano, no en sentido estricto. Los extranjeros, los presos, no gozan de este derecho. Podrá gustarnos o no esta ley, pero no se atenta contra la humanidad, porque la condición humana no se sigue que toda persona tenga derecho a ser candidato para el Congreso.


Por el contrario, la nacionalidad o el estrato cultural y económico no son determinantes para vivir los derechos humanos. Que no hayan sido reconocidos por un Estado no significa que los ciudadanos no los tengan. No son restringidos, de ahí que cuando en un país se atente contra la libertad o la vida de las personas se dé lugar a un escándalo internacional. En algunos países de África, los padres amputan a las niñas el clítoris. Esta práctica no puede justificarse por motivos religiosos, de traición, económicos o políticos. Nadie puede disponer del cuerpo de otro de esta manera. Esta niña tiene un derecho fundamental, pueda o no defenderse, lo permita o no la ley y las costumbres de su pueblo.

Los derechos humanos: ¿sólo para practicarse de lejos?
Si algo nos enseño el siglo pasado fue que los derechos humanos no siempre han sido reconocidos. Debió recorrerse un arduo y largo camino para que fueran establecidos como derechos básicos. A mediados del siglo XIX, en Portugal se podían comprar esclavos, como quien compra un refresco o un par de zapatos. Hacia 1950, en muchas ciudades de estados Unidos, los negros y los mexicanos no podían entrar al mismo baño que los güeros. En 1970, el gobierno blanco de Sudáfrica prohibía a la mayoría nativa vivir en los mismos barrios que los descendientes de los colonizadores holandeses. Abolir estas leyes injustas exigió el sacrificio y lucha de muchas personas.


Lamentablemente, a principios de este siglo, ya se han desatado guerras que usan algunos de los derechos fundamentales del ser humano como excusa para mayores injusticias. ¿Una guerra por la libertad que invade la libertad de otras personas? ¿La tortura como tácticas de una guerra justa? Sin duda, es fácil caer en ambos extremos, que finalmente son lo mismo. La falta a los derechos humanos se puede llevar a cabo ya sea descaradamente o peor, disfrazada con eufemismos. Recordemos uno de los favoritos del gobierno de Bush, quien trato de amortiguar el concepto de “tortura” con el de “humillación”.


Otra cosa curiosa de los derechos humanos: los individuos y los estados podemos mostrarnos preocupados por las terribles condiciones en que viven otras personas, pero que se encuentran tan lejos que la única manera en que podemos ayudarlos es a través de instituciones. Nos vienen a la cabeza Amnistía Internacional o The Peace Corps, así como otros grupos a los que podemos ayudar con una pequeña contribución económica. Nos pasan por la Televisión a niños famélicos y desnutridos y obviamente, comenzamos a sentir lastima por ellos (pero no así por las personas que trabajan para nosotros). No es nuestra intención desacreditar estos grupos ni la ayuda que podamos brindarles, pero muchas veces estos gestos se hacen sólo para sentirnos en paz con nosotros mismos… Uno puede preocuparse mucho por el secuestro y rapto de niños en Uganda, y sentirse obligado moralmente a brindar cierta ayuda. Pero, por otro lado, se nos dificulta ayudar a nuestro prójimo más cercano. Esta paradoja es fundamental. ¿Por qué preocuparnos por el amigo “feo” que es discriminado racialmente, si podemos preocuparnos por niños desnutridos en Timbuctú?


Los derechos humanos están realmente en las manos de todos. Cuando un grupo de adolescentes avienta huevos podridos desde un coche, están atentando contra la dignidad de las personas.
Si conducir en estado de ebriedad o no respetar las señales de transito, pone en riesgo la vida de los demás. Si un muchacho con unas copas de más atropella a una madre de familia, habrá lesionado gravísimamente los derechos de muchos: del esposo, de los hijos, de los familiares. Una cerveza de más –una sola- puede sumarte a la lista de todos aquellos que hacen más infelices al género humano porque, al fin y al cabo, el respeto a los derechos es uno de los medios que tenemos para llevar una vida mejor, más feliz.

La clasificación de los Derechos
Hemos avanzado bastante desde la Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano y los Derechos del Buen Pueblo de Virginia. Estos documentos que datas desde 1789, tanto en Francia como estados Unidos, fueron los primeros en promover los derechos humanos, si bien no exactamente como los conocemos hoy. Su carácter aún era demasiado local y no respondían a la naturaleza universal de los derechos del ser humano. Sobra decir que estados Unidos y Francia no fueron ejemplos perfectos de naciones que respetaran estos derechos, a pesar de haber sido los primeros en hacerlos explícitos. No fue hasta pleno siglo XX que, por ejemplo, la mujer pudo votar en estos países; a pesar de todo, aquellos documentos fueron un buen comienzo.


Hoy tenemos todo tipo de derechos humanos, divididos según el derecho que garantizan. A continuación se enlistan los derechos humanos de la primera, segunda y tercera generación, como comúnmente se les conoce. Los dela primera generación se refieren a los derechos que todo ser humano tiene sólo por serlo; los de la segunda generación se refieren a los derechos que tiene el ser humano por ser parte de una sociedad donde trabaja y participa; los dela tercera generación son aquellos que necesitan de una sociedad internacional para ser mantenidos.

Derechos humanos de primera generación
• El derecho a la vida
• A la integridad física
• A un justo proceso
• Libertad de creencias
• Derechos ala libertad
• Libertad de expresión
• De decisión política
• El respeto al domicilio

Derechos humanos de segunda generación
• Al trabajo
• A un salario justo
• A la salud
• De asociación sindical
• Al descanso
• A la educación

Derechos humanos de tercera generación
• Derecho a la paz
• Derecho al desarrollo
• Derecho a la autodeterminación de los pueblos
• Derecho a disfrutar de un medio ambiente sano

Actualmente la ONU u otras organizaciones internacionales protegen estos derechos. Esta gran promoción, curiosamente, plantea un problema ético pues parece que los individuos olvidan los derechos humanos para dejarlos en manos de esas grandes organizaciones, como si no advirtiéramos que detrás de cada acto delos grande estados se encuentran personas de verdad, de carne y hueso. Todo se pierde en la burocracia, como en El proceso de Kafka. Incluso la bondad. ¿De que nos sirve tener una enorme y funcional maquinaria internacional que se preocupe por los derechos humanos, si nosotros faltamos a ellos día a día? Todas las grandes empresas deben comenzar por los individuos. La ONU se puede dedicar a todo lo que quiera erradicar, los crímenes raciales o la mutilación genital de las mujeres, pero la pelea será insuficiente si en el “antro” del viernes impiden el paso a personas por su apariencia física o si algunas agencias “contratan” personas para la limpieza de empresas con sueldos bajísimos. (Y entrecomillamos el termino “contratan”, porque acciones así no son sino nuevas formas de esclavitud).


Como hemos visto, a veces es difícil reconocer cuando se falta a los derechos humanos. Uno puede sentir que algo esta mal, pero no puede decir exactamente por qué después de todo, las cosas son así. El mayor logro del nazismo alemán fue hacerle creer al pueblo que no pasaba nada malo cuando se atacaban a las minorías como los judíos, gitanos y homosexuales. Una de las formas más populares de la maldad es la indiferencia y la ignorancia. Aprovechándose de estas, Hitler y sus secuaces cometieron los mayores crímenes contra la humanidad; genocidio, experimentación con personas, campos de concentración, discriminación ideológica, casi el menú entero. ¿Dónde estaban los ciudadanos? ¿Dónde estaban las personas buenas? La pelea por los derechos humanos no se puede detener en la formación de instituciones que los protejan. Debemos de preocuparnos, como personas, como individuos, por el día a día y las injusticias veladas que se cometen contra el ser humano.

Como actividad complementaria al contenido temático ya visto, y en apoyo a las actividades del Programa de Acreditación en Grupos Colaborativos (PAC), debes de realizar las siguientes actividades:
1. Resumen del tema, que deberá de ser como mínimo, media cuartilla y como máximo una cuartilla.
2. Realizar un cuadro o un mapa conceptual sobre tema revisado.
3. Como aplicarías el tema en tu vida cotidiana.

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