FUENTE: Colegio de Bachilleres, FILOSOFÍA I, Libro para el aprendizaje, (2009) México, pp. 124 – 128, (Modificado)
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Es de suponerse que algunas veces te has visto en la necesidad de trabajar en equipo o de verte realizando una acción colaborativa en donde todos participan activamente para alcanzar un objetivo. Este tipo de conducta forma parte de la naturaleza social del ser humano, un rasgo muy intrínseco y característico que le ha sido invaluablemente útil para sobrevivir.
Desde tiempos muy remotos pueden encontrarse poblaciones humanas que han pugnado por salir adelante o adaptarse al medio a través de la formación de asociaciones que pudieron lograrse gracias a que el hombre pudo distinguir que ciertas actividades resultaran más eficaces cuando se realizaban entre varias personas, incluso que un hombre aislado hubiera sido incapaz de lograrlo.
¿Te imaginas a un solo ser humano realizando una labor de caza o construyendo por sí mismo un puente o levantando una enorme piedra para apilarla y formar una vivienda?
Al ir creciendo y desarrollándose una comunidad puede alcanzar un status de gran metrópoli, es decir, se vuelve una ciudad que puede ser capaz de darse sustento a sí misma a través de las labores que cada uno de sus integrantes realiza. Cuando una sociedad se vuelve más grande e importante surgen nuevos conflictos que quizás, en sociedades más rústicas, no significan un problema mayor. Este problema se concentra específicamente en la cuestión de cómo debe ser gobernada esa población y quién o quiénes son los más adecuados para tomar o delegarles tal responsabilidad.
La cuestión acerca de ¿Cómo debe gobernarse una ciudad? ha sido del interés de muchos filósofos durante varios cientos de años, ya que plantea una problemática que implica una visión reflexiva y crítica tanto de la ética, los valores, la moral o la conducta normativa con la que los hombres deben legislarse.
En sociedades primitivas las etnias eran lideradas por aquellos hombres que eran considerados más aptos para tomar las decisiones que beneficiaran a toda la población, generalmente este rol recaía en los ancianos y la justificación para hacer valer sus opiniones no era otra que la experiencia de vida y los años que les precedían.
¿Considerarías este un argumento válido para que alguien gobierne una ciudad?
Durante la historia política de los principales gobiernos del mundo, se han gestado un sinnúmero de arquetipos que han intentado ofrecer una gran diversidad de estilos gubernamentales que van desde el imperio, pasando por la monarquía, las dictaduras o el socialismo. Pero hasta este momento, ninguno de ellos parece haber sido adecuado para ofrecer condiciones de igualdad para sus ciudadanos, y de hecho, para algunas de estas formas de gobierno, este no era un tema que pareciera importarles.
Algunos de estos tipos de gobierno eran tomados por la fuerza, en vista de que existieron grandes líderes militares que se consideraban lo suficientemente poderosos y hábiles como para merecer el cargo político principal de una ciudad, y generalmente, se hacían con el mando de manera arbitraria y sin solicitar más opinión que la de su fuerza política.
Generalmente este tipo de gobiernos suelen ser tiránicos y poco diplomáticos. Otros tipos de gobierno se basan en la premisa de que su gobernante está puesto ahí por tener ciertas cualidades supremas o que su naturaleza aristocrática y su derecho a presidir una nación son otorgados por mandato divino.
Ante estos argumentos, difícilmente los gobernados reprochan o recriminan las imposiciones. Este tipo de gobierno suele encontrarse en el Imperialismo o la Monarquía. Sin embargo, ninguno de estos tipos de gobierno es objeto de discusión, sólo se mencionan describiéndolos dada la simplicidad con la que se hace, pero sólo se intenta que puedas percatarte de que no todas las ciudades se rigen ni se han regido nunca bajo los mismos estándares políticos y mucho menos, siguen las mismas conductas o actúan bajo valores morales idénticos.
Cómo sabes, en la actualidad, la mayoría de los países están bajo un régimen político que es denominado República. Todos estos países aportan la idea de que la legitimidad y soberanía del gobierno están apoyadas en cargos de elección popular, es decir, que la voz del pueblo se manifiesta a través de elecciones libres y personales que se encargan de decidir a aquella persona que tomará un cargo político y que nos representará como una sociedad unánime para defender nuestros derechos, nuestra igualdad y nuestra libertad de expresión.
Esta elección se alcanza gracias a la manifestación de las opiniones a través del voto o sufragio. Hay que tener cuidado en no identificar plenamente república con democracia, en efecto, ambos términos políticos están sustancialmente emparentados, pero una no necesariamente implica a la otra. Un ejemplo de ello es la ya extinta URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas), cuyo planteamiento político de gobierno estaba dirigido a ser una república, pero que cómo sabemos, propugnaba por un gobierno socialista y no estrictamente democrático.
Pero entonces, ¿qué es una república y qué es una democracia? El significado etimológico de república es la cosa pública o común, y se refiere al hecho de que cualquier acción política de una nación debe estar orientada al bien común, es decir, que contempla la idea de no beneficiar únicamente a ciertos sectores privilegiados de una comunidad. Por otro lado, la democracia se define como el gobierno del pueblo por el pueblo. Desde un punto de vista idealizado, la democracia moderna intenta inducir circunstancias y condiciones de igualdad entre cada uno de sus integrantes a fin de evitar privilegios en ciertos sectores específicos de una nación.
¿Crees que efectivamente existe un tipo de gobierno que pueda erradicar los beneficios para unos pocos y sea perjudicial para el resto? ¿Crees que se pueda crear un sistema político que haga que todos los hombres gocen de libertad, igualdad, tolerancia, riqueza sin importar su condición, nivel académico, religión o forma de pensamiento?
En general, cada uno de los sistemas políticos actuales sean democráticos o no, intentan alcanzar un ideal de esta magnitud, proponen superar los antiguos contrastes sociales y económicos, se piensa que durante toda la historia política y social del ser humano, los principales conflictos surgieron como un intento de alcanzar justicia para aquellas clases que lucían desprotegidas, pobres, marginadas o sometidas a decisiones que sólo eran tomadas para beneficiar a unos cuantos y que, por supuesto, no se tomaban persiguiendo un bien común.
¿Qué es democracia?
De acuerdo con su significado etimológico, el término democracia surge de dos vocablos griegos, a saber demos (pueblo) y cratos (gobierno). Lo que se entiende como el gobierno del pueblo por el pueblo. De esta forma la democracia es el sistema político en donde es la masa popular la que organiza el poder político eligiendo un representante que tome las decisiones en beneficio de ellos. Concretamente, el pueblo no es solamente el objeto del gobierno, lo que se gobierna, sino también, el que se gobierna. De esta forma se tiene la imagen de un pueblo soberano, pero ¿Qué podemos entender por soberanía popular?
Muchas veces se escucha que el pueblo, en tanto que somos una democracia, es un pueblo soberano, esto no significa otra cosa más que la fuente última de todo poder, esto es, la autoridad política reside exclusivamente en el pueblo. Siendo así que el único poder existente en una nación democrática reside en la voluntad popular. La principal manifestación de la democracia es el derecho al voto, a través de éste el pueblo elige quien desea que lo represente políticamente, por lo que el derecho a esta elección es más fundamental e importante de lo que a primera vista se aprecia.
Con el voto el pueblo reivindica la victoria de una lucha que costó años para conquistar, en busca de que los gobiernos dirigieran la mirada hacia el pueblo, que se percataran de que ellos también tenían derecho a decidir sobre cómo querían ser gobernados y sobre todo, que tenían voz y que ésta debería ser escuchada. Además de esto, la importancia del voto es que es un derecho cívico-político, implica una responsabilidad ciudadana y cívica. A través de ejercerlo, conferimos el poder a un gobernante para hacer valer lo que la Constitución y la voluntad del pueblo demandan.
De esta forma, la idea de democracia puede entenderse como la situación en la que el poder político de una nación reside en una voluntad colectiva que hace valer su derecho a decidir cómo y por quién quiere ser gobernado. Generalmente la opinión y voluntad del pueblo se lleva a cabo de forma indirecta ya que es puesta en marcha por los representantes legítimos que la sociedad entera a elegido para llevar a cabo tales acciones y así, dichos gobernantes tienen que apoyarse en mecanismos informativos tales como plebiscitos, encuestas, sondeos, referéndums etc., para conocer lo que la sociedad necesita y quiere.
En un sentido bastante idealizado y convencionalmente aceptado, la democracia es un estilo de gobierno en el que se da, como principal elemento, la idea de que todos los hombres son igualmente libres, equitativamente valiosos y, como ciudadanos, deben ser tratados con justicia y dignidad con independencia de si son pobres o ricos, blancos o morenos, cristianos o protestantes, mujeres u hombres etc.
LOS VALORES DE LA DEMOCRACIA
La noción de democracia no siempre es similar en todas las culturas ni existe una forma única que represente este tipo de gobierno. En la actualidad existen muchas formas de entender la democracia, existe la democracia directa, democracia representativa, democracia liberal o burguesa, democracia popular, etc. Pero fundamentalmente, la democracia es una forma de gobierno en la que todos los ciudadanos tienen la oportunidad de elegir y ser electos, y de participar abiertamente en la toma de decisiones.
Seguramente, habrás escuchado infinidad de veces el término democracia en contextos muy diferentes, incluso cuando, con tus amigos, decides el lugar al que irán a pasear o que película verán en el cine; en este caso, la decisión es tomada por la mayoría y aquellos a los que los votos no han favorecido, no les queda más que aceptar y hacerse partícipes de lo que se ha elegido por la voluntad del mayor número de individuos. De esta forma, la popularizada regla conocida como “el deseo de la mayoría” funciona, en una escala mucho menor, de manera similar a lo que sucedería en un gobierno políticamente democrático.
Sin embargo, es preciso hacer notar que una democracia intenta, dentro de sus valores centrales más importantes, procurar el Bien Común, esto es, intenta lograr el beneficio para todos sus integrantes. Es por esta razón que, aunque parezca que sólo se hace la voluntad de la mayoría, el menor porcentaje de la población también sigue siendo fundamental en el ejercicio político de la nación. Sin duda, unos de los mayores retos de la democracia es unificar intereses y opiniones, pero generalmente esto nunca es posible ya que la gente siempre tiene perspectivas muy diferentes y, en algunos casos, totalmente, antagónicas.
Por dicha razón, no sería correcto afirmar que la minoría política debe aceptar siempre lo que la mayoría decide, ya que si piensas así entonces podrías decir, con mucha razón, que una nación es gobernada por su parte mayor y que entonces, siempre existe una minoría que debe aceptar y resignarse a que otros tomen la decisión por ellos. Pero esto, sin duda, sería una idea muy alejada de la realidad. Durante el proceso en el que se gobierna una nación se presentan una enorme variedad de problemas que exigen la toma de decisiones y aquellos que deciden no son siempre la misma mayoría, por ejemplo: Un político puede estar de acuerdo en que se ponga impuesto a ciertos alimentos, pero como pertenece a un porcentaje muy pequeño tal decisión no es aprobada, pero en otras decisiones podría pertenecer a la mayoría y, de esta forma, sus decisiones serían aceptadas.
Con esto se quiere decir que no existe una mayoría orgánica y sustancial, sino que es una mayoría contingente que es el resultado de un problema político específico. Al mismo tiempo, la democracia se traduce también como un proceso en el que, para unificar puntos de vista, se debe recurrir a las negociaciones, diálogos, consensos, compromisos o acuerdos.
Así, los valores de la democracia siempre mantienen en alto el ideal de la justicia equitativa para todos, con ello sus esfuerzos se encauzan a hacer valer derechos que protejan a las clases menos favorecidas de malos tratos o de situaciones que los pongan en desventaja ante ciudadanos con mayores posibilidades de prosperar.
Por otro lado, la democracia valora la libertad de todos los individuos, nadie puede ser tratado como un ser inferior y discriminado o impedido para hacer su voluntad. Mucho menos forzado a hacer actividades o acciones que no desea. Otro valor más en un gobierno democrático es la fraternidad, valor que está ampliamente relacionado con la libertad y la igualdad. Pero sin duda, dicho valor también tiene características muy propias que lo distinguen.
Como se dijo anteriormente, la democracia se enfrenta al reto de conseguir mediaciones en opiniones dispares y en dicha tarea la fraternidad puede ser una herramienta muy útil para hacer más eficaz el proceso democrático.